lunes, 17 de marzo de 2014

La sociedad del espectáculo - Guy Debord

La sociedad del espectáculo de Guy Debord

La sociedad del espectáculo es representado como una sociedad de apariencias y con unas ideas generalizadas de la vida. Vida dominada por la mercancía que normaliza a las personas, construyendo una realidad mediatizada donde todo parece configurar una puesta en escena.

Debord nos presenta una sociedad donde todos desempeñamos un papel a favor de la maquina del espectáculo. Ya sea desde el mundo por excelencia mediático, el de la moda y la vanalidad, donde se trabajan con modelos de personas y modelos de estilo de vida y el espectáculo es alabado como un fin, los cuerpos relajados, tanto como se lo permite una pose; con vestidos de diseñador que posan para el lente y luego serán masificados como la figura deseada por la personas. Sin embargo, constituyen una irrealidad que ha sido institucionalizada como real.

La institucionalización de la irrealidad como real se pone en evidencia de una forma más clara en la vida cotidiana donde se nos ha impuesto una rutina, un espacio, un trabajo e incluso los momentos de ocio son representados  a través del filtro mercantilista. El trabajo publicitario cumple un papel fundamental, al generar la ilusión de libertad y exclusividad. El hombre trabaja para generar productos, para luego poder consumir otros, y mientras más exclusivo se vean, mayor será su satisfacción y para ello debe trabajar más. La exclusividad y novedad son incluso un medio de masificación de la ideología de la apariencia. Para que un producto sea presentado como un objeto de deseo en el mundo comercial, este debe tener la aceptación de las masa como tal y esto responde a un deseo o ideales de vida impuestos por la sociedad.

De esta forma Guy Debord, presenta imágenes de la vida cotidiana, una vida llena de edificaciones, una vida urbanizada que da la apariencia de orden y que sin embargo es un orden opresor, como un laberinto de minotauro: los grades edificios construidos para acoger a las masas. Las Personas las construyen y luego pagan para poder habitarlas, y se venden precisamente porque son presentadas como ideales u metas a alcanzar y mientras más espectaculares mejor, de otra forma ese ritmo de vida no podría sostenerse. Una vida industrializada en apariencia ordenada, que sin embargo da una sensación de caos, casi comparable con el de las revueltas. Todo ello en contraste con la imagen de cuerpos femeninos semidesnudos que puede sugerir la idea de libertar, pero que bajo el contexto presentado por Debord, no son más que poses que explotar cierta idea de belleza; pero poses, al fin y al cabo, que buscan validar un estilo de vida irreal o dominado por ideales vanos.

Por otro lado, las imágenes documentales o que representan momentos históricos, que debieran ser las menos ligadas al concepto de espectáculo, cobran relevancia precisamente por su espectacularidad y alto grado de dramatismo. La acción violenta de un bombardeo esta llena de puntos álgidos y es visualmente atractiva. La guerra es la representación de la búsqueda de poder, donde la vida, o más bien la muerte, pasa a un segundo plano ante la heroicidad del drama bélico. Pelotones inmutables ante la caída de sus compañeros, la individualidad rebasada por la sensación de gloria unitaria. Todo para que pueda ser admirado por el público. La irrealidad heroica es mejor apreciada que el drama real de la muerte.

La generación de ideales es la base de la sociedad del espectáculo. Debord nos presenta imágenes idealizadas, descontextualizas, o para ser más precisos, recontextualizadas. Incluso en su trabajo no puede escapar de la sociedad del espectáculo y probablemente no busca ello. La narración se sustenta en la acción dramática de las imágenes, sin embargo, no van en la misma dirección. La narración busca mostrar la irrealidad de las imágenes y potenciar sus ideas en contraste con la representación que hace la sociedad de la “realidad”. De esta forma el conjunto de imágenes sirve para exponer ciertas ideas que sin la contextualización de Debord, por medio de su discurso, no hubiesen podido hacerlo. Serian nada más que imágenes de la espectacularidad de la sociedad; y puede que de una espectacularidad positiva, por la belleza que pueden representar como objetos estéticos. Hemos de resaltar la importación de las ideas ligadas a la imagen, y de cómo están articuladas para una mayor comprensión de la tesis que el autor expone.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario