En el ensayo de Walter
Benjamin se menciona que hay dos elementos que destacan en la recepción de las
obras de arte, estas son; el valor cultural y el valor de producción artístico.
Por un lado, el valor
cultural tiene que ver con el culto que se le rinde a la obra creando un sentido
de comunidad; y por el otro, el valor artístico está relacionado a la creación,
a la hechura y necesita de un mediador para crearse.
Pero pese a que la obra que
fuera reproducida se realizara de manera perfecta, siempre había algo que,
según Benjamin, se perdía en el proceso; esto es el aura.
El aura es el aquí y ahora, “la
manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar)”. Se
refiere a lejanía en tanto espacio-tiempo, lo lejano es lo inaproximable, es
decir, que por más que nos acerquemos a la imagen física no nos podremos
acercar al aquí y ahora de ésta.
La reproducción técnica afecta
directamente al aura de las obras ya que la desvincula de su tradición. Esto
hace que la obra sea masiva en lugar de irrepetible, dándole actualidad e
incitando el hecho de que ésta salga al encuentro del receptor.
La época de la
reproductibilidad técnica desligó el arte de su fundamento cultural haciendo que el aura
se extinguiera para siempre.
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